El asesinato de la genealogía

También conocido como Nuevo Proyecto de Ley del Registro Civil, o más coloquialmente como la nueva ley de los apellidos.

Si el Congreso finalmente la aprueba se eliminará la preferencia histórica de apellido paterno y los padres podrán decidir el orden de los apellidos. Hasta ahí muy bien, puede agradar o disgustar, pero es equitativo. De hecho es un mero formalismo porque no supone ninguna novedad. El despropósito surge cuando revisamos qué sucede si los padres no alcanzan el consenso, y es que el Registro Civil determinará el orden de los apellidos según su orden alfabético.

Broncas familiares aparte, ganadas de antemano por el que tenga preferencia alfabética, generación tras generación veremos como van desapareciendo apellidos y un pedacito de nuestra historia con ellos.

¿No sería más práctico y lógico sortear de manera aleatoria la preferencia del apellido en caso de desacuerdo?

Con esta nueva ley dentro de unas cuantas generaciones difícilmente sobrevivirán apellidos como Rubalcaba, Pajín o Zapatero; y la gran mayoría tendrán apellidos como Acebes, Aznar o Aguirre.

Quiero dejar constancia: la elección de los apellidos ejemplarizantes ha sido al azar.