El día que cambió mi vida
Sin comerlo ni beberlo, saberlo ni planearlo, mi vida dio un giro de 180 grados cuando salí de España por primera vez en solitario.
Un escapada de 10 días se transformó en una vida con la mochila -y ahora las alforjas- siempre a cuestas, me abrió los ojos y cambió el curso de mi existencia hasta un punto de no retorno.
Ya no hay marcha atrás, una vez lo pruebas no hay manera de volver a guardar el genio en la botella.
No, no es aquella primera vez de la que os hablo, malpensados. Sino de aquel instante en el que descubres que el libro de nuestra vida está en blanco, que somos nosotros los que podemos coger la pluma -y las tijeras si hace falta- para darle la forma que queramos.
Puede que no haya ido a donde quería ir, pero creo que he terminado donde tenía que estar. Y la vida continúa, y las páginas siguen escribiéndose, pero está vez soy yo el que tiene la pluma cogida por el mango.
Mi punto de inflexión
Un 26 de Enero de 2011, un día cualquiera, me encaminé al aeropuerto con una mochila y un destino: Grecia. Era una mera escapada, planeada mientras divagaba sobre qué rumbo darle a mi carrera profesional.
No tardé ni una semana en darme cuenta de que aquello lo había cambiado todo. Esa escapada se convirtió en otra, de seguido y sin vuelo de vuelta, y aquellas escapadas dieron lugar a una vida nómada a lo largo y ancho el globo terráqueo.
Ahora vivo sin planes, hago lo que quiero con mi vida cada día; vivo viajando, descubriendo lugares y personas, sobretodo personas.
En nuestra vida cotidiana en esta sociedad materialista capitalista, hay momentos en los que nos establecemos metas tan lejanas que nos olvidamos de lo que queremos hacer hoy, o mañana. Si tomamos las riendas de nuestra vida en el día presente, y navegamos en la dirección que queremos ahora, siempre llegaremos a buen puerto.
Tengo dos creencias claras. La primera, que todo saldrá bien: todo acaba saliendo bien. Sobretodo cuando tienes claro que va a salir bien. O hasta que deja de salir bien. Segundo, nada es imposible si crees en ello. No se puede fallar sin intentarlo, pero el éxito sólo se alcanza tras una repetición de intentos y errores.
Volar es el arte de aprender a tirarse al suelo y fallar, la clave del éxito pasa por fallar, y fallar, y fallar…
08/07/2014 @ 08:19
Buenas Pablo!
Buena Reflexión! a veces necesitamos cambiar algo para que todo cambie (incluso nosotros mismos y nuestra forma de ver el mundo). Y el que no lo intenta nunca sabrá si lo podía haber conseguido y no conseguirlo a la primera y fallar es una forma de conseguirlo porque al final, se ha intentado ;)
Seguiremos intentando conseguir nuestros sueños con insistencia
Saludos.
08/08/2014 @ 13:31
Exactamente, lo importante es intentarlo, de una manera u otra acaban saliendo las cosas. Pero si no se intentan no pasamos del sillonbol.
08/07/2014 @ 17:01
Esto es algo a lo que aspiro, pero aun rondan muchos “peros” por mi cabeza que evitan que dé el paso: de que vas a vivir, como vas a viajar, como vas a vivir… son muchas cosas y sobre todo me falta ese poquito de valor para salir de la zona de confort.
Es de admirar este paso que has dado en tu vida, así que no me queda otra que felicitarte.
Ánimo y felicidades!
08/08/2014 @ 13:29
El único pero es el de dar el primer paso Fran, una vez comienzas a moverte todo va sobre ruedas. ;-)
21/10/2014 @ 15:17
Hola Pablo, felicidades por el blog, me he sentido muy identificado con tu historia. Creo que merece la pena ser valientes y tomar decisiones como la que tomaste. No hay nada más hermoso que demostrar que podemos ser felices y llevar una vida fuera de lo convencional. En pocas palabras: vivir viajando. Un fuerte abrazo!
27/10/2014 @ 17:34
Creo que ese punto de inflexión es una situación común para muchos viajeros. Muchas gracias Sergi. ;-)