De compras por Bangkok
En Bangkok es posible comprar cualquier cosa que pase seas capaz de imaginar, y unas cuantas que jamás pasarían por tu mente. Desde ropa, accesorios y aparatos electrónicos hasta falsificaciones de diplomas universitarios o carnets del FBI.
Un paseo por Khao San Road y las callejuelas de la zona nos mostrará el gueto backpacker por excelencia de la capital tailandesa. Todo pensado para el uso y disfrute del turista occidental. Puestos de comida, masajes callejeros, guesthouses con un amplio rango de precios, agencias de transporte y de visados, restaurantes, bares y tenderetes de ropa y electrónica.
Pero, si algo me llamó la atención, fue la proliferación de falsificaciones que nos encontramos.


No sólo en Khao San Road se encuentran los puestos ambulantes y la venta callejera. Toda Bangkok está plagada de vendedores tratando de captar la atención de los transeuntes.

Pero, lo mejor de todo, es que si en Bangkok pasas hambre es por elección propia. En cada esquina, en cada calle y en cada callejón encontrarás al menos un tenderete ofreciendo Pad Thai, sopas, pinchos de carne, salchichas o frutas. Y siempre ciñéndose a los precios estándar. Lo que no quita para que nos aseguremos del precio y nos neguemos a pagar una cifra superior a la habitual: 10 baths (25 céntimos de euro) por un pincho, 20 baths por algo un poco más grande, 30 baths por una comida sencilla, 40 por un plato normal y 50 por un plato grande o con algo especial.



El compañero constante del turista es el tuktuk, te insistirán en cada esquina para que te hagas con sus servicios, pero salvo que seas un auténtico experto regateando y no tengan nada mejor que hacer, raro será que consigas un precio razonable. Si quieres hacer uso del transporte público nada mejor que el autobús (baratísimo), el ferry (mi favorito), los taxis (dicen que son baratos y usan taxímetro) o el Sky Train para distancias largas en poco tiempo (mucho más caro que el autobús, pero te evitas atascos).


Durante nuestra estancia en Bangkok aprovechamos para hacer varias compras, para lo que nos dirigimos a los centros comerciales situados en la zona más céntrica de la ciudad. Allí compramos algunos accesorios de fotografía y comenzamos el negocio con el que nos mantendríamos durante nuestros primeros meses tras nuestro regreso a Europa: la compra de vestidos y blusas para la reventa en Letonia.