Lo que empezó haciendo uso de aviones pronto pasó a requerir simplemente mi pulgar, el autostop se convirtió en mi forma de transporte preferida y la que mejores experiencias me ha aportado.
Los siguientes artículos recogen consejos y historietas desde el arcén de la carretera:
- Cómo hacer autostop: una guía explicativa.
- Mi primera vez haciendo autostop: mis primeras experiencias.
- De Hungría a Letonia, 1500 kilómetros en 2 días haciendo autostop: carrera contrarreloj.
- Haciendo autostop desde Letonia hasta España: un par de semanas recorriendo Europa sin prisas pero sin pausa.
- Autopisteando de Varsovia a Ucrania: historias casuales de un autoestopista.
- Bienvenida a Ucrania pasada por agua: cómo no hacer autostop y cuándo no cruzar una frontera.
- Autostop a Łódź (Polonia): un día cualquiera en la carretera.
- De Cracovia a Breslavia: haciendo autostop sin saber en qué dirección ir.
Fuera de Europa, por desgracia, no realizamos tanto autostop; ¡en Tailandia y Vietnam sólo nos han recogido motocicletas! Si bien es perfectamente posible realizar autostop en la mayor parte del mundo, las ocasiones en las que lo probamos fueron bastante extremas ya que normalmente recurrimos al transporte local; huyendo siempre –eso sí- de agencias turísticas.
Al comienzo de mis viajes, durante los primeros meses del 2011, realicé una especie de red de vuelos baratos por toda Europa. En dos o tres meses cogí una docena de vuelos y pagué una media de 9€ tasas e impuestos incluidos.
Tantos controles de Ryanair y otras compañías de bajo coste superados me convirtieron en un experto pasando equipaje de mayor tamaño y peso del permitido. Un ejemplo un tanto extremo de esto mismo tuvo lugar en Suecia.
Nuestros próximos planes van sobre dos ruedas: viajar en bicicleta, pedalear alrededor del mundo y recorrer a un ritmo más pausado todos los rincones de nuestro planeta.