Homestay en Ban Natane

Finalmente habíamos llegado a Ban Natane, aquel pueblo aislado y perdido en el Parque Natural de Phu Hin Bun, encerrado por las montañas y con la cueva de Konglor como único acceso.

La gente local necesita navegar por la cueva para poder salir fuera del valle, o bien cruzar las montañas durante más de 4 horas de dura caminata, por lo que Ban Natane se conserva como un lugar realmente auténtico.

Esta autenticidad nos impulsó y animó a pasar la noche en casa de una de las familias que viven (o sobreviven) en Ban Natane, pudiendo de este modo experimentar de primera mano cómo se vive en un verdadero poblado Lao.

Cartel a la entrada de Ban Natane
Cartel a la entrada de Ban Natane

El término internacional (en inglés) empleado para referirse al alojamiento en casa de una familia es homestay. Hay muchos ecotours que organizan homestays en diferentes aldeas de Laos, incluida Ban Natane, pero en nuestro caso no teníamos intención de pagar más por lo mismo y preferimos huir de guías y compañías.

Sencillamente nos dirigimos al poblado y comenzamos a preguntar a la gente: “homestay? homestay?”. Finalmente, y con ayuda de un científico francés que estaba estudiando la fauna y flora del valle, encontramos al jefe del poblado, quien nos asignó una familia con la que pasar nuestra noche allí.

Alrededores de Ban Natane
Alrededores de Ban Natane

El homestay en Laos está bastante extendido y el coste del mismo es preestablecido (si no formas parte de un tour), siendo de 50.000 kips por noche, cena y desayuno.

Recordatorio: 1 euro equivale a 10.400 kips, por lo que 50.000 kips son unos 5 euros.

Plantaciones del poblado de Ban Natane
Plantaciones del poblado de Ban Natane

Ban Natane es un pueblo que vive de la agricultura y ganadería de subsistencia. No hay más que una pequeña tienda en el poblado donde poder comprar algunos snacks o cerveza, si bien difiere sobremanera del concepto de tienda occidental. Simplemente se trata de un habitáculo con los productos arrojados sin orden ni cuidado alguno.

Vistas del poblado de Ban Natane por la mañana
Vistas del poblado de Ban Natane por la mañana
Jugando al fútbol con algunos chicos locales
Jugando al fútbol con algunos chicos locales
El templo se encuentra en el centro del poblado
El templo se encuentra en el centro del poblado

La noche la pasamos en el hogar familiar, durmiendo en unos colchones colocados en lo que vendría a ser el salón con una mosquitera y unas cuantas sábanas y mantas. No pudimos comunicarnos más que con gestos con los miembros de la familia, ya que ninguno de ellos hablaba el más mínimo inglés, lo cual hizo nuestra experiencia más auténtica pero un tanto frustrante por momentos.

El lugar donde dormirmos en Ban Natane
El lugar donde dormirmos en Ban Natane

La comida fue muy básica, aquello que produce la tierra, que no es mucho. Si bien, como huéspedes, tuvimos el honor de comer primero; y fuimos halagados con el ofrecimiento de comida con gran cantidad de proteinas, principalmente huevos.

La cena consistió en huevos con hierbas y muchísima sal, arroz pegajoso, sopa de caracoles muy especiada y maíz cocido. Para desayunar la comida se repitió, a excepción del maíz cocido; pero un ritual tuvo lugar.

Dos de los ancianos del poblado vinieron a la casa donde nos alojábamos por la mañana y se unieron a nuestro desayuno. La mujer nos trajo un pollo hervido, el animal entero, con piel y cabeza incluidas. Posteriormente los ancianos comenzaron a mover sus manos sobre el pollo mientras susurraban unas plegarias, ponían sus manos sobre nosotros y arrancaban pedazos de carne del pollo que, junto con arroz pegajoso, colocaban en nuestras manos como ofrenda.

Desayunando con los ancianos
Desayunando con los ancianos

Cuando terminamos de desayunar el ritual continuó, cada una de las personas allí presentes nos puso una pulsera en nuestra muñeca derecha, mientras continuaban susurrando y cantando sus plegarias. El objetivo del rito consistía en bendecirnos con buena suerte y protegernos de los espíritus que habitan la cueva en nuestro regreso al mundo exterior.

Las pulseras que nos colocaron en el ritual
Las pulseras que nos colocaron en el ritual

Tras nuestro desayuno volvimos a la cueva, esta vez en tractor, dispuestos a realizar la hora travesía entre las penumbras de Konglor. Durante este trayecto un escorpión fue a parar sobre mi pie derecho; en un acto reflejo le di un manotazo que lo envío lejos de nuestra barca. Afortunadamente nuestro contacto con los bichos que habitan Konglor se saldó sin mayores infortunios.

En tractor hasta el río
En tractor hasta el río
Dejando Ban Natane atrás y adentrándonos en Konglor
Dejando Ban Natane atrás y adentrándonos en Konglor

Desde allí nos dirigimos de vuelta a Tha Khaek para devolver la moto. El primer tramo de carretera era de montaña, buenas sensaciones y vistas; pero los últimos 100 Kilómetros eran en línea recta, sin mayor entretenimiento. Lo cual nos permitió llegar a Tha Khaek al mediodía.

Unos niños con los que nos cruzamos al repostar
Unos niños con los que nos cruzamos al repostar
La aburrida carretera que nos conducía de regreso a Tha Khaek
La aburrida carretera que nos conducía de regreso a Tha Khaek

Otros posts sobre el Loop que pueden resultarte de interés son:

Dado que Tha Khaek es una ciudad de tránsito bastante aburrida decidimos coger ese mismo día un autobús a Vientiane, la capital de Laos. El coste del transporte fueron 60.000 kips, pero las seis horas que se nos hicieron eternas, especialmente a Ilze después de la paliza en moto de los días previos realizando el Loop.