Una nueva vida en China

¡Nihao! ¡Ya llegamos a China! No sólo eso, sino que estamos en el corazón de la región de Sichuan: Chengdu.

Tantas historias pendientes de contar. Nuestros 2 meses y medio de increíble hospitalidad iraní, el trajín de visados y embajadas para solucionar los visados de Asia Central y renovar mi pasaporte, la carrera cruzando el desierto en Turkmenistan en 5 días, la maratón evitando a la policía por falta de registros en hoteles en Uzbekistán, las montañas y paisajes de Kirguistán, nuestro paso por las estepas de Kazajistán, atravesando las zonas más remotas de Xinjiang en China…

Todo ello tendrá un hueco aquí en el blog, especialmente ahora que voy a tener más tiempo y acceso a internet -tras más de medio año de acceso muy limitado- ya que… ¡hemos decidido asentarnos en Chengdu una temporada!

Sichuan destaca por su variedad culinaria, sus platos picantes, su dialecto sichuanés, su clima húmedo más próximo al tropical, sus selvas, su población tibetana, sus templos budistas y su mentalidad más relajada. Una región que queremos explorar y descubrir a fondo.

Viviendo en China unas semanas

Excursión junto a Chengdu

Tras 21 meses viajando en bicicleta sentíamos la necesidad de parar una temporada en algún lugar, pero nunca nos habíamos planteado China como una posibilidad por rollos de visados y porque el clima y gastronomía del Sudeste Asiático nos atraía más.

Vivir en un país nuevo es la mejor forma de impregnarse de la cultura del mismo, de descubrir sus idiosincracias y de aprender el idioma. ¿Y qué país más diferente que China?

Todo es diferente en China. Absolutamente todo.

Vamos a trabajar como profesores de inglés, entre otras cosas, y aprovecharé para sacar adelante varios proyectos que tengo entre manos. Intentaré encontrar las energías y concentración necesaria para continuar escribiendo varios libros que tengo entre manos, y veremos si soy capaz de aprender chino.

Grandes ideas, habrá que ver cuantas saco adelante.

El asunto del visado de trabajo, pese a ser un poco peliagudo, ya parece ir bien encaminado. Así que esa es una preocupación menos, pero de momento disfrutamos de los 3 meses de visado de turista que obtuvimos en Teherán.

Nuestra llegada a China, a través de Xinjiang

Cicloturistas en China

Cruzamos a China desde Kazajistán, por el puesto fronterizo de Korgas, adentrándonos en la región de Xinjiang.

El contraste entre Asia Central y China fue brutal. No tanto por la gente, que en su mayoría en la región de Xinjiang tienen más similitudes con sus vecinos kazajos que con los chinos del Este, pero por el tamaño de sus ciudades y la calidad de las infraestructuras.

Desde el primer momento disfrutamos de carreteras recién construidas y vías de servicio recién abiertas, puestas a nuestra disposición para pedalear hasta Urumqi.

El paisaje árido de Xinjiang no nos sorprendió, pero si lo hicieron las montañas y la gastronomía local. Nos esperábamos que nos saliera el arroz por las orejas, y nos sorprendió encontrar constantemente pan. De hecho, el arroz fue una rara avis, y predominaban las sopas de noodles y los platos con carne.

El pueblo uigur

Lago en Xinjiang

Los uigures son el grupo étnico mayoritario en la región de Xinjiang, al menos hasta que las autoridades chinas comenzaron a mandar chinos han -los chinos a los que estáis acostumbrados, los del Este de China- a repoblar la región y reducir las diferencias con el resto del país.

A diferencia del resto de China, los uigures son de tradición musulmana y tienen su propio idioma que no guarda ninguna similitud con el chino mandarín.

Los disturbios de julio de 2009, donde la población uigur se manifestó en contra de la preponderancia cultural impuesta por el Partido Comunista de China en la región, acabaron escalando la tensión hasta tal punto que caminar por las calles de Urumqi te transporta a una zona de post-guerra.

Todos los edificios públicos como bancos o colegios tienen un destacamento policial a sus afueras, y en cada esquina o bloque de edificios te topas con una patrulla de swats armados hasta los dientes. ¡Hasta vehículos blindados con metralletas y lanza-misiles!

Acceder a una gasolinera tiene su historia, ya que las entradas están bloqueadas por policías que registran tu coche no vaya a ser que lleves explosivos contigo. La situación es bastante tensa, y en algunos casos roza lo ridículo.

Couchsurfing en Chengdu: como huésped y como anfitrión

Couchsurfing en Chengdu

Habrá fotos, habrá historias, pero de momento tendré que ser escueto ya que no quiero juzgar demasiado pronto.

Llegamos a Chengdu sin la menor intención de quedarnos allí, y resultó que unos amigos que habían llegado poco antes que nosotros en bicicleta habían parado a vivir y trabajar en esta ciudad.

Empezamos a darle vueltas al asunto, y tras una semana descansando y y disfrutando de la compañía de una pareja de Couchsurfing americano-china, decidimos echar unos currículos y ver qué pasaba.

Resultó ser tan fácil encontrar oportunidades laborales, que lo complicado fue elegir -e incluso recordar qué es qué y quién es quién- entre la abrumadora oferta. Hasta tal punto que decidimos quedarnos en Chengdu y aprovechar la oportunidad.

Otra semana en casa de unos viajeros españoles -Lois y Antonio- que llevan una buena temporada en Chengdu, y finalmente encontramos un piso en alquiler y nos metimos en la locura de tener nuestra propia guarida tras casi 2 años vagabundeando por el mundo.

Y así es como, debemos de anunciar, que ya no somos unos “sin techo”. ¡Desde el pasado domingo tenemos las llaves de nuestro piso en Chengdu!

En breve lo pondremos a disposición de otros viajeros a través de Couchsurfing y Warmshowers, para empezar a devolver toda esa hospitalidad de la que hemos disfrutado durante nuestros viajes.

¿Cuánto durará la vida en China?

Yo en China

Lo de hacer planes a largo plazo no es algo que se nos de demasiado bien, así que preferimos no taladrarnos la cabeza con ello.

Puede que pasemos unos meses, o tal vez un año. Mientras tanto aprovecharemos para descubrir Sichuan y hacer escapadas a otros lugares de China a donde no habríamos podido ir por falta de tiempo con un visado de turista.

No llevamos ni un mes, ¡pero ya tengo ganas de continuar nuestro viaje en bicicleta!

Hacia el Sudeste Asiático, o hacia donde nos de por tirar. ¿Quién sabe lo que deparará el destino? ¿Para qué hacer planes si luego siempre cambiamos de idea?