Un invierno turco en fotos
El invierno nos pilló en Turquía, y no nos quedó otra que continuar pedaleando en medio de una tormenta de nieve. Aquellas semanas fueron una lucha constante contra los elementos que se acrecentó en las montañas del Norte de Turquía.
Nuestra ruta en bicicleta por la costa del Mar Negro nos llevó por ciudades como Zonguldak, Samsun, Ordu, Trabzon o Rize. Pero lo que queda en nuestra memoria es la hospitalidad de la gran mayoría de los turcos con los que nos topamos. Especialmente en las gasolineras, donde nos recibirían con los brazos abiertos y nos invitarían a pasar un rato junto a la estufa tomando té.
Nunca nos quedamos sin un lugar para dormir en ninguna ciudad, cuando hicimos uso de Couchsurfing, pese a ser en el último minuto, siempre alguien nos invitó a su casa y nos introdujo a sus amigos o familiares.
Meses más tarde ya no nos acordamos del frío o de la nieve, sino del calor de la gente en Turquía.
Cuando el frío te encierra en el saco de dormir y al salir del escondite te encuentras enterrado bajo la nieve… ¡Tómatelo con buen humor!
Increíbles paisajes que nos pillaron por sorpresa. Cuando el sol se pone el rojo cubre el cielo… y en ocasiones la tierra.
Un desayuno turco como este no se olvida. ¡Nunca! Invitados por el dueño de una pastelería a cenar y desayunar, acabamos hasta las botas de todo tipo de dulces y salados tradicionales. Lo probamos todo, menos mal que la carretera era llana, que sino habríamos ido rodando marcha atrás.
Pese a tratarse de un país de mayoría musulmana, en el Norte de Turquía es posible encontrar preciosos monasterios como el de Sumela. Claro, que tiene trampa, porque esa zona de Turquía es una región tradicionalmente georgiana.
Acampamos en túneles y en edificios abandonados, pasamos la noche en gasolineras y salas de oración. Salvo nuestra primera noche en Turquía, nunca volvimos a poner la tienda a la intemperie. Siempre hubo una alternativa donde estar recogidos y evitar tener que cargar con una tienda empapada al día siguiente.
Y, como siempre en estos casos, antes o después te cruzas con otros haciendo la misma locura que tú. ¡Qué mejor manera de combatir el frío que con una buena sonrisa!