La cara Norte de Ko Samet

Tras una hora andando desde Ao Luang Dam llegamos a Hat Sai Kaeo (vaya, que nos pateamos unas cuantas playas para ir de Sur a Norte). Allí nos reunimos con nuestros amigos de couchsurfing y decidimos buscar un alojamiento más convencional, para pasar unos cuantos días más en la isla.

Finalmente encontramos una acogedora casa con electricidad, frigorífico, televisión y baño; fuera de la zona ruidosa pero aún así cercana a la playa. Nos salió por 300 baths la noche y decidimos quedarnos allí por 4 días.

1 euro son 41,2 baths tailandeses. Por lo que 300 baths son unos 7,5€.

Puesto de crepes
Puesto de crepes

La vida en la isla es bastante monótona; la diversión se basa en el relax, el sol y las playas. Más que suficiente para desconectar después de pasar casi una semana en la estresante y bulliciosa ciudad de Bangkok.

La comida no llega a los niveles de variedad de la capital tailandesa, ni a sus baratísimos precios; pero la oferta es mucho más amplia que en la zona sur de la isla. Probamos casi todos los restaurantes con precios locales, unos con mayor y otros con menor fortuna. Algunos días compramos frutas como mango o sandía para librarnos del arroz y los noodles.

Pizza gratis si te la acabas en una hora
Pizza gratis si te la acabas en una hora

¡Encontramos un restaurante con una oferta espectacular! Hacían la pizza más grande de la isla, de 50 centímetros, ¡y si te la terminabas en menos de 1 hora te salía gratis! Quería pasarme por allí a preguntar si era picante, ya que estaba convencido de que esa sería la única manera de no terminarla a tiempo; pero estaba siempre cerrado. Probablemente algún otro los arruinó antes de mi llegada.

En el pueblo había dos 7 Eleven, lo cual se agradece bastante ya que nos permitía comprar toda clase de bollos y cafés al mismo precio que en tierra firme. Sobretodo porque en los minimarkets que podías encontrar en las playas estaba todo infladísimo de precio.

Tailandeses vendiendo en las playas
Tailandeses vendiendo en las playas

Lo peor de estos días fueron las aguas oxidadas que salían de las duchas, ¡el agua era amarilla y olía a metal! Afortunadamente descubrimos que los resorts de la zona sur de la playa disponían de un agua “normal”, por lo que nos colamos a menudo en sus duchas para evitar salir de allí más amarillos que los Simpsons.

Finalmente, y tras pasar una semana en la isla, nos dirigimos de vuelta a Bangkok para recoger nuestros pasaportes y, posteriormente, ir a Laos.

En nuestra página de Facebook podéis encontrar más fotos de Ko Samet.