De Honfleur al Monte Saint-Michel en bicicleta

Una vez cruzado el Puente de Normandía nos encontrábamos en la región francesa de Baja Normandía donde, una vez más, tomamos la carretera secundaria del litoral para huir del tráfico y pasar por los pueblecitos costeros.

Honfleur, Trouville, Deauville… En una tarde pasamos por todas estas preciosas poblaciones de la Baja Normandía. Pedaleamos junto a las largas playas de arena dorada, y nos reunimos con nuestro host de Couchsurfing en Cabourg.

Durante nuestra estancia por la zona tuvimos la oportunidad de probar las crepes de harina “negra”, la sidra de Normandía, los macarrones dulces y otras especialidades gastronómicas.

Trouville desde el puente que la une con Deauville

Estos pueblos costeros viven del turismo, tanto veraniego como de fin de semana; ya que sus buenas conexiones con el resto de Francia permiten a los habitantes de las grandes ciudades pasar un par de días en la costa de Normandía.

En bicicleta por la costa hasta Caen

Tomamos el carril bici que nos llevó hasta el centro de Caen, la ciudad de las 100 iglesias, donde probamos un cocktail inventado en dicha ciudad: l’embuscade.

Los ingredientes de este cocktail son crema de cassis, vino blanco, calvados y cerveza. Fácil de beber pero con un saborcillo de fondo al aguardiente de la región.

El castillo de Caen

Caen, la ciudad de las 100 iglesias

La libreria más antigua de Caen

En Caen nos pusimos al tanto del marujeo francés con las infedilidades de su presidente, y de los rivalismos regionales entre Alta Normandía y Baja Normandía; que el gobierno central está considerando unir en una sola región, pero que la opinión de la población es bastante contradictoria.

Algunos lugareños no tienen problemas al respecto, pero otros muchos se niegan a ser metidos en el mismo saco que los de Alta Normandía, ya que ellos se consideran agricultores y ganaderos, mientras que consideran que en otros lugares de la Alta Normandía como Roan son más parisinos, más de la capital, pijos, demasiado cercanos a París.

Atravesando Baja Normandía

De Caen a Granville tomamos la ruta del medio, llovía a cántaros y el pronóstico del tiempo era el mismo durante varios días, así que decidimos tomar la ruta corta… y aún así se hizo larga.

Pedaleando por Normandía

Con parada en Saint-Lo, recorrimos todo el camino bajo un aguacero constante que no nos concedía el más mínimo descanso. Con el viento en contra y sin nada de interés en el paisaje, un campo detrás de otro y poco más.

En Saint-Lo tuvimos la fortuna de coincidir con un muchacho francés que había vivido un par de años en Bangladesh, amante de las bicicletas, viajero en tandem, que regresó de Asia en bicicleta desde Turquía hasta Francia.

A su regreso encontró un paquete de gran tamaño que se había enviado dede Bangladesh, su propio rickshaw. Con él dimos una vuelta por los alrededores y nos enseñó su lugar favorito para acampar, que nos recordó a la película del Rey León.

La piedra del Rey León en Normandía

Granville, en cambio, es una ciudad preciosa que nos encantó. Allí pasamos un par de noches con un viajero franco-canadiense, un tipo muy interesante y estudioso de todo lo relacionado con bicicletas, equipaje de aventura, y mujeres.

Visitar el Monte Saint-Michel

Durante nuestro recorrido por Normandía fueron muchos los que nos recordaron e insistieron que el Monte Saint-Michel forma parte de Normandía y no de la Bretaña francesa. Que está en su lado de la frontera, en su lado del río, que no es bretón.

La realidad es que hay una gran rivalidad entre Normandía y Bretaña a causa del Monte Saint-Michel ya que la Bretaña lo vende como parte de su “paquete turístico”, cuando según los normandos es suyo.

Dependiendo de la marea el Monte Saint-Michel es una isla o no, ya que la altitud del agua sufre variaciones de hasta 15 metros.

La isla del Monte Saint-Michel

Abadía del Monte Saint-Michel

La bruma en la abadía del Monte Saint-Michel

Vistas desde el Monte Saint-Michel

Desafortunadamente, cuando llegamos al segundo lugar más visitado de Francia nos encontramos con una bruma tal que no podíamos ni ver el monasterio, pero conforme nos fuimos acercando empezamos a distinguir su silueta entre la niebla.

La abadía del Monte Saint-Michel es el único enclave turístico por el que hemos pagado acceso durante todo nuestro viaje por Francia; si bien nos salió a mitad de precio, ya que Ilze pasó con una señora que tenía pase gratuito para ella y su acompañante. Y que nos invitó al día siguiente a pasar por su casa a almorzar.

Tras mirar la localización del monasterio respecto al río que hace frontera entre Normandía y la Bretaña francesa, me arriesgo a secundar la opinión de los normandos que insisten en la pertenencia del Monte Saint-Michel a la región de la Baja Normandía; pero me lo pensaría dos veces antes de mencionarlo ante alguien de la Bretaña francesa.