Autoestopisteando de Varsovia a Ucrania

Tras pasar unos días en Varsovia (Polonia) y recoger allí a Ilze, nos dirigimos a Ucrania. Tal y como pasaría la mayoría de los días durante estas semanas de viaje juntos, se nos pegaron las sábanas y acabamos empezando a hacer autostop bien entrada la tarde.

El palacio de cultura y de la ciencia Señal piruleta polaca


Un músico que apenas había dormido y prefería mantener escasa conversación para concentrarse en la carretera nos llevó hasta Lublin, apenas tuvimos que esperar y condujo bastante rápido.

Cuando le indiqué los distintos lugares adecuados para abandonar el coche él me aseguró que podía llevarnos hasta el otro extremo de la circunvalación, pero a la hora de la verdad se percató que llegaba tarde a un examen, motivo por el cual acabamos bajándonos en el peor lugar posible, en mitad del anillo que rodea la ciudad.

Nos tocó patear un rato, ya que intentar conseguir un coche en esos lugares es una pérdida de tiempo. Cuando empezó a llover nos refugiamos en un restaurante, donde cuando estaba empezando a escribir un cartel de auxilio (“Out of here”) conseguimos que un conductor se ofreció a llevarnos 20 Km más allá. Sólo hablaba ruso por lo que me resultó un tanto aburrido el trayecto, pero pudimos salir de la odiada circunvalación.

Allí continuamos haciendo autostop. Un lugareño, bastante mayor y con unas pintas no muy alentadoras, vino a explicarnos cómo debíamos hacer autostop, a indicarnos que ese no era un buen lugar, que estaba prohibido para ahí, que era mejor hacerlo en mitad de la rotonda… hablaba en ruso así que le tocó aguantarlo a Ilze, afortunadamente tras 5 minutos desistió y continuó su camino; el siguiente coche que pasó por allí nos recogió.

Este conductor no hablaba inglés, por lo que para entenderse con nosotros decidió llamar a un amigo suyo que “supuestamente hablaba inglés”, su “broken english” era incomprensible, mucho más fácil comunicarse a base de gestos; finalmente y con ayuda de los mapas en el iphone conseguí entenderme con él.

Y así llegamos hasta Zamosc, lugar donde un gemelo de Barney Stinson (os aseguro que era idéntico) nos invitó a acompañarle hasta su pueblo, cercano a la frontera ucraniana. A mitad de trayecto decidió llamar a su mujer para comunicarle que nos iba a llevar hasta la frontera, que volvería un poco más tarde a casa.

Tras una amena conversación sobre su vida y milagros en Irlanda, explicaciones sobre el funcionamiento de los transmisores de radio polacos que operan en frecuencias libres y utilizan los conductores para comunicarse entre sí e indicar dónde se encuentra la policía, así como otras curiosidades varias; llegamos hasta la cola de coches que esperaban para cruzar a Ucrania, nos despedimos y nos dispusimos a cruzar a pie la frontera ucraniana.