Atravesando la Alta Normandía en bicicleta

Nuestra llegada a Normandía iba acompañada de la realización de que realmente estábamos haciéndolo, estábamos pedaleando a través de Europa, habíamos comenzado a realizar nuestros sueños.

La primera semana saliendo de Inglaterra y llegando a Francia había pasado volando, sin percatarnos de lo que estábamos haciendo realmente, dando una pedalada detrás de otra.

Pero en Normandía llegamos a ese momento de consciencia en el que nos dimos cuenta de lo que realmente estábamos haciendo: dando la vuelta al mundo en bicicleta.

Entramos en Normandía bajo la lluvia, en contra del viento, pero con la sonrisa en nuestras caras.

Pedaleando por la costa de Normandía

El primer día nos plantamos en Saint-Valery-en-Caux, una pequeña población 20 Km al Sur de la monumental ciudad de Dieppe.

Paseo marítimo de Saint-Valery-en-Caux

Allí nos reunimos con nuestro anfitrión de Warmshowers, un joven ingeniero francés, vegetariano, que trabajaba en una central nuclear y estaba interesado en deportes de aventura.

Marc nos dio a probar varias especialidades culinarias de la zona, quesos típicos y un plato de patatas con leche al horno típico de su ciudad natal.

Desde allí seguimos hacia Sainneville, una población cercana a Le Havre, pero en lugar de dirigirnos allí en línea recta, fuimos bordeando la costa, disfrutando de preciosas vistas de los acantilados de la Alta Normandía y del atardecer sobre Fécamp.

Para llegar a la playa bajo estos acantilados tuve que descender por unas escaleras resbaladizas cuyos escalones se rompían en sus últimos 6 metros, teniendo que deslizarme por una cuerda mohosa atada al último peldaño con barandilla. Pero las vistas valían la pena.

Atardecer sobre Fécamp

En Sainneville nos alojamos con una pareja mayor de viajeros franceses, y me las tuve que arreglar con mi oxidado francés.

Desde allí continuamos hasta Le Havre, ciudad Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO ya que fue reconstruida por completo por un mismo arquitecto tras los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial. Interesante sí, bonita… no mucho.

Cruzando el Puente de Normandía en bicicleta

Saliendo de Le Havre para continuar hacia Caen metimos la pata, fiándome de la ruta para bicicletas de Google Maps nos dirigimos hacia el Puente de Normandía.

Habíamos leido varias veces que se podía cruzar el Puente de Normandía en bicicleta, que había carril bici y área peatonal, pero cuando nos plantamos enfrente del mismo nos cruzamos con carteles prohibiendo el acceso en bicicleta y sin zona peatonal.

No estábamos enfrente del Puente de Normandía, sino del puente de acceso al mismo que forma parte de la autovía. ¡Ups!

Demasiado tarde para arrepentirse o cambiar de opinión, desconocíamos que había otro acceso -si bien nos habría supuesto hacer unos 30 Km extra ya que necesitábamos regresar al centro de Le Havre para poder tomarlo-, así que pedaleamos bajo la lluvia y el viento por medio de la autovía para cruzar el primer tramo de puente, el que nos daba acceso a la isleta donde comienza el carril bici y el verdadero Puente de Normandía.

Puente de Normandía

Y, una vez allí, nos encontramos con que el carril bici en nuestra dirección estaba cortado por obras, obligándonos a ir por el lado contrario; así que nos subimos por la zona peatonal -que a fin de cuentas estaba completamente vacía- y pedaleamos hasta la otra orilla del río Sena, adentrándonos finalmente en Baja Normandía.

Dada la lluvia, el viento y la tensión de pedalear por la autovía y -posteriormente- en dirección contraria, no pude pararme a sacar ninguna fotografía del Puente de Normandía.

O, mejor dicho, no quise arriesgarme a que Ilze se me tirara al cuello por parar en mitad del puente; por lo que agradezco esa fotografía con cielo azul a Pierre Lesage.